jueves, 28 de febrero de 2013

Entrevista a Pumuky (Jaír Ramírez).


(Entrevista elaborada y publicada originariamente para la revista Muzikalia en 2011).

Pumuky, el colectivo de artistas canario compuesto por Nacho Yoldi, Vicente Rosati, Edu Martínez, Arturo Rodríguez, y los hermanosNoé y Jaír Ramírez, regresaron este año con Plus Ultra (11), un disco elaborado y rico donde se demanda una digestión lenta y libre, una predisposición para dejarnos atrapar por su universo subyugante. Con motivo de dicho lanzamiento, tuvimos la ocasión de entrevistar a Jaír Ramírez para que nos facilitara el pasaje hacia el viaje iniciático que es su música.

Después de un disco tan impactante e intenso como fue “El Bosque en llamas” (2009), tan crucial en vuestra carrera y que considero un crecimiento como banda extraordinario ¿Cómo afrontasteis su continuidad en estudio?
Gracias por tus palabras. No recuerdo haber pensado en “El bosque en llamas” mientras trabajábamos en “Plus Ultra”. Teníamos un nuevo puñado de canciones que queríamos compartir y nos pusimos a trabajar en ellas, pero no planteamos ningún tipo de continuidad, no hubo ninguna reflexión en ese sentido… aunque entendería que alguien pueda trazar líneas continuistas entre ambos trabajos, no dejamos de ser las mismas personas haciendo lo mismo, canciones…

¿El resultado tan soberbio de ese incendio os pudo llegar a ejercer como presión o, por el contrario, como incentivo para poder llevar su excelencia más allá?
“El bosque en llamas” no se convirtió en un listón donde compararnos… es solo pasado, y soy poco nostálgico del pasado, al menos por ahora. Intentamos hacer las cosas lo mejor que sabemos y podemos en cada momento, esa es la mayor presión que podríamos tener, que yo no lo llamaría presión, llámalo vértigo mejor, y es lo que más satisfacción nos da de toda esta historia, mirar hacia un lugar e intentar alcanzarlo… y si se llega es un asunto menor, el premio es el camino ¿Qué otra cosa nos podría preocupar? Si la tierra nos tragara ahora mismo pocos se percatarían de ello, y qué poco importaría además… cada paso hacia delante es una celebración…

Tras las pertinentes escuchas de “Plus Ultra” (2011), da la impresión de que es el primer trabajo donde vuestra libro de estilo se define de forma completa, el primero en el que ya podemos hablar de cómo suena Pumuky sin tener que recurrir a hablar de influencias o referentes externos ¿Estáis de acuerdo?
Posiblemente sea el trabajo donde el resultado final se acerca más a cómo sonaba en nuestras cabezas antes de registrarlo… algo vamos aprendiendo con el tiempo. Parte de la culpa la tiene también Raúl Pérez, nuestro aliado en la grabación, que nos dio la dirección justa y precisa para encaminarnos hacia donde necesitábamos. De todas formas pienso que “Plus Ultra” está altamente ligado al resto de nuestra discografía, y que en toda ella, para bien o para mal, se percibe un aroma de identidad marcado. Canciones como ´Phoebe´ o ´Ángulo áureo´, por citar algunas, podrían haber aparecido en “De viaje al país de las tormentas” o “Los exploradores perdidos” sin ningún problema…

Destaca ciertamente una línea homogénea a lo largo de su trayecto, alejado de los picos y valles tan pronunciados de “El Bosque en llamas” ¿Decidisteis hacer un disco no tan al límite de las emociones, más contenido y sutil sin abandonar las señas de identidad, quizá?
Respeto en todo caso tu percepción del asunto, pero en mi opinión canciones como ´Quinta da Regaleira´, ´Pleamar´, ´La razón encarnada´, contienen picos tan pronunciados como cualquier otro que hayamos alcanzado tiempo atrás. No hicimos en ´Plus Ultra´ ejercicio de contención ninguno, aportamos a las canciones lo que cada una nos pedía… desde la tenue ´Phoebe´ a la violenta ´Causa Vs Efecto´, dos canciones nada homogéneas entre sí…

El desboque de la electricidad y el lamento deja ahora mayor amplitud de campo al resto de instrumentación. ¿Pensáis que es vuestro disco más elaborado en cuanto a sonido o planteamientos globales como banda?
No sabría muy bien qué contestarte… por un lado es el trabajo que he escrito en menos tiempo, y como en el resto de ocasiones apenas lo ensayamos antes de entrar a grabar, por lo que cierto caos e improvisación tuvieron su protagonismo… pero por otro lado es la vez que más días hemos podido permanecer en el estudio, y disfrutamos de cierta calma y tranquilidad grabando, más tiempo para probar cosas… por lo que creo que sí, que puede ser nuestro disco más elaborado hasta la fecha…

La maravillosa ´Quinta de Regaleira´ ha sido el tema elegido como single. Contadnos un poco qué se esconde detrás de la –para mí-mejor canción de Plus Ultra y la historia que hay tras su inquietante vídeoclip marítimo dirigido por Nacho R. Piedra.
´Quinta da Regaleira´ es una de mis paradas predilectas en Portugal, un enigmático lugar que desprende encanto y misterio a partes iguales. La primera vez que lo visité quedé muy impactado porque tuve esa extraña sensación de haber estado antes allí. Escribí la canción regresando en mi mente a aquel lugar, a sus oscuras grutas, sus jardines, su pozo iniciático, toda su simbología oculta, su espiritualidad…para luego representar el deseo carnal, en el extremo opuesto, o no.

Sobre el significado del vídeoclip que ha realizado para la canción nuestro admirado Nacho R. Piedra… solo hay que escuchar lo que dicen los peces…

Los cortes instrumentales me hacen retomar vuestra filia hacia el post rock, género que particularmente adoro y del que considero habéis realizado buenos ejercicios de estilo. ¿Qué grupos consideras como la mayor influencia o mayor evocación propia como oyente a la hora de desarrollar pasajes instrumentales?
Nos gusta plantear instrumentales, es una forma de oxigenarnos, de trazar puentes entre diferentes sonoridades; pero no somos una banda de post rock, aunque a algunos de los miembros de la banda nos gusta el género… grupos como Slint, Mogwai, Godspeed You! Black Emperor, Mono…

No puedo dejar pasar por alto la posibilidad Jaír, como autor de letras tan expuestas y valientes, de preguntarte si consideras que el desequilibrio, la carencia, el deseo o el conflicto son los estados naturales para que surja la inspiración mayor a la hora de escribir canciones; si la estabilidad, consideras, hace bajar demasiado la guardia para que el arte se filtre de manera pura.
No lo sé con certeza; es posible que ciertos estados de ánimo te ofrezcan una percepción particular que se convierta en un buen caldo de cultivo para crear, un estímulo poderoso que incite a la expresión, pero no creo que sea la única manera de llegar a un impulso creativo puro. Un buen autor podría tener la capacidad de disertar incluso sobre lo que no ha vivido o sentido… de la misma manera o intensidad? No lo sé…

Narcotizar el dolor ante la pérdida o el miedo a perder aquello que da sentido a nuestra existencia y más cuestiones metafísicas y humanas a la vez, son en buena parte el mensaje que de una forma tan sobrecogedora y honesta muestra Pumuky. Elogio esa actitud. ¿Pensáis que en estos tiempos tan vertiginosos donde todo va tan rápido y es todo tan vano vuestra propuesta sea contraproducente a los consumidores compulsivos del arte en los que se han convertido las audiencias?
Parece que a mucha gente le da miedo pararse a pensar, a sentir… o no tendrán tiempo, tienen tanto que observar en los apéndices que salen de sus cuerpos, en forma de pantallita…

Si hay alguien que pueda sentir rechazo hacia nuestra música porque ésta le hace cavilar, sentir… no podemos hacer otra cosa que celebrarlo, no?..

Muchísimas gracias por seguir haciendo una música tan necesaria para nuestros adentros.
Gracias a ti por estar al otro lado del receptor…

Quinta de Regaleira, evocador ejercicio de emoción sin destilar.

miércoles, 20 de febrero de 2013

La decisión.


Por fin estaba delante de ella. La tenía entre sus manos. Notaba su tacto frío y ancestral. Había sido mucho el tiempo y el esfuerzo que Pauline dedicó para llegar a esta situación. Casi no recordaba el momento en el que fue elegida para tamaña empresa.

El Departamento de Arqueología de la Universidad de La Sorbona se encargó de costear la expedición. Una expedición que tenía como fin último acceder a aquella reliquia de los tiempos de la que ni siquiera se tenía constancia real que existiera durante siglos. El equipo encargado de llevarla a cabo fue seleccionado durante meses de deliberaciones y estudios en profundidad recopilando toda la información importante, todos los datos trascendentales de los diversos curriculums profesionales con los que se contaba para que la misión llegara a buen puerto.

Era del todo imposible para Pauline ser capaz de discernir qué era lo trascendental, lo primordial para la raza humana, para el devenir del mundo. No lograba concluir si el criterio global, la visión universal debiera prevalecer sobre la personal; teóricamente eso era lo justo, lo moralmente aceptable. Sin embargo, llegada a ese punto, y a pesar de la preparación que pasó durante los meses anteriores a emprender tan magna aventura, no conseguía dilucidar de forma clara cuáles eran los principios por los que debía guiarse.

Era una decisión intransferible y personal desde el instante en que la delegación de expertos votó unánimemente que debiera ser Pauline la encargada de tomarla, de hacer la elección más difícil y a la vez anhelada de la historia universal. Los tests de personalidad, las entrevistas en profundidad y los análisis de empatía habían arrojado clarividencia suficiente al respecto.

Poco importaba que semanas antes las reuniones de los delegados de los distintos gobiernos del mundo hubieran fijado de manera genérica los líneas que debiera seguir la triple elección. Discusiones e  incapacidad de acuerdos finales se resolvieron de forma salomónica e incierta, derivando sobre la voluntad de Pauline la última palabra considerando, eso sí, hasta el último de los puntos relevantes consensuados. Era una responsabilidad máxima.

La erosión de la propia vida y la jaula inabarcable de la libertad impedían a Pauline pensar claro. Temblaba, miraba fijamente el artefacto: eran tres deseos los que concedería la Lámpara Maravillosa. Ya no era un cuento infantil, ya no era una leyenda exótica: era el momento más trascendental de la historia del hombre. Millones de personas estaban pendientes de su decisión en cada rincón del planeta. Intentó pensar en el bien común, en el sentido más abstracto y más universal que recordaba.

Inevitablemente su yo más instintivo afloró subterráneo e implacable: en la cabeza se cruzó el cáncer terminal de su padre, los problemas de fertilidad que le habían acosado durante años, el suicidio de su amante clandestina Cecile...el conglomerado formaba una panorámica grotesca de las desgracias acuciantes a lo largo de su existencia.

Sabía que lo que iba a hacer tendría consecuencias fatales. Pero debía hacerlo, era la única salida honorable. Hipotecando el futuro de todos, pero principalmente el suyo, levantó con ambas manos el milagroso objeto perdido y llena de rabia lo arrojó contra el suelo de la cámara. Miles de fragmentos sin rostro estallaron a sus pies en un grito ahogado.



jueves, 14 de febrero de 2013

La vida en corto.


El corto cinematográfico de animación es un formato apasionante a la hora de transmitir sensaciones y que poco a poco ha ido ganándose un prestigio casi a la altura del que ha logrado el oficio de las series contemporáneas por ejemplo.

Recientemente me llama mucho la atención como las grandes producciones cinematográficas en no pocas ocasiones se van casi a las dos horas y media de metraje. A veces el resultado y la inversión de tiempo merecen la pena, pero en otras descubrimos ejercicios de estilo impolutamente construidos aunque con muy poco que añadir a nuestras vidas, sin la esencia que hace trascender al arte a una esfera superior.

Considero por ello oportuno rendir homenaje a una serie de cortos de animación, tres en concreto, que me conmovieron especialmente en un suspiro. Su espíritu, su planteamiento y su capacidad de transmisión les hace merecedores de que aquellos que no los conozcan puedan sumergirse en semejantes exhibiciones de talento y emoción. Aquí van.


More (Mark Osborne, 1998).

Pocas veces en tan pocos minutos se han llegado a cuestionar tantas aflicciones humanas juntas. La ilusión que persiste por vivir, la explotación obrera, la alienación productiva -y su consecución consumista- y la abominación de convertirse en aquello que uno odia.

Con el telón de fondo de una sociedad decadente robótica y gris, donde el único calor y color son la remembranza de aquello que nos impulsa a imaginar otra vida posible, y acompañados de la preciosa banda sonora que supone la evocadora Elegia de New Order, resulta escalofriante el determinismo que en ocasiones hace sacudirnos desde un rol de explotados a otro como explotadores. Una manifestación más de lo difícil que resulta permanecer fieles a nuestros principios y sueños más puros sin que el condicionamiento externo los permute.

Por desgracia, el devastador movimiento de nuestros días y el posicionamiento social o éxito envenenado nos pueden acabar convirtiendo en monstruos, eso sí, sin ninguna luz que nos guíe en lo sucesivo.

Sólo en la resistencia está el fracaso victorioso.

El círculo abominable.



La maison en petits cubes (Kunio Katô, 2010).

Doce minutos al fondo del corazón, al fondo de nuestras vidas. Una retrospectiva de la existencia conmovedora, sencilla y que deja ahogado en lágrimas.

Inteligente y sentida, es mejor enfrentarse al corto sin saber nada acerca de él. La sensibilidad nipona de nuevo majestuosa, como una caricia capaz de provocar maremotos en el flujo sanguíneo. Sin voz, acompañados de una música certera y cómplice en un viaje no sé si al pasado o al futuro, al anhelo o a la melancolía venidera.

Un canto al valor de vivir, al honorable arte de envejecer y amar. La metáfora que con más lirismo me ha agitado nunca.

Radiografiando la vida.


Head over heels. (Timothy Reckart, 2012).

Un hermoso retrato sobre la costumbres adquiridas en las relaciones afectivas crepusculares. Un distanciamiento paradójicamente cercano e inexpugnable. Sólo los destellos que rememoran el pasado, la nostalgia que embellece lo pretérito adornándolo con la vitola de la invencibilidad, permiten acercar los corazones erosionados.

Llena de verdad y hondura. Y cómo no al final, por mucho que un fetiche del amor perdido en el tiempo hiciera el efecto deseado de acercar lo inabarcable, los entrañables ancianos continúan su andadura "separadamente juntos", hasta el final. Como cuando andamos con una piedrecita dentro del zapato pero el brío de llegar es mayor que la molestia de parar.

Separadamente juntos.


Y hasta aquí mi homenaje. Si alguien no conocía alguno y le ha gustado, que no deje de difundirlo. Seguramente estos pequeños destellos harán más hermoso el mundo por difícil que parezca.


jueves, 7 de febrero de 2013

Acostumbrándose.


(Mención de honor en I Concurso de Relato Breve El Dios Tecnología organizado por el club de escritura Fuentetaja entre 600 relatos participantes).


Había llegado el día. Desconocía la hora, el momento exacto, pero lo fundamental es que el día había llegado. Klaus se lo tomó con calma. Una calma fruto de la resignación y la costumbre. Asimilarlo cuando uno toma conciencia de sí mismo había sido duro y después asumible de la misma forma que lo es el hecho de parpadear y no pensar en ello.

Klaus miró fijamente los espacios vacíos que le rodeaban por toda su vivienda. Recorrió sin éxito las habitaciones tratando de identificar qué elementos faltaban en cada una de ellas. Tenía muy poco sentido recordar, hacer pervivir algo pretérito. No, no se podía permitir ocupar su corazón y su cerebro con evocaciones, esa era una conclusión a la que había llegado hacía mucho tiempo.

Se acercó al armario y sacó la carta certificada del último cajón de abajo. Pensó por un momento en la cara que debieron poner sus padres al recibirla el día de su nacimiento. El remitente estaba escrito en aséptica tipografía de palo seco: Ministerio de Ordenación Biológica Universal.

A Klaus le resultaba absurdo y ridículo recordar los pasados debates en los que participó activamente acerca de la inmoralidad y de la ética inhumana que había llevado al Gobierno Universal a aprobar en el año 2.024 la Directiva T-42 sobre la gestión y mantenimiento de los recursos del planeta Tierra. Las conversaciones, discusiones y reflexiones habían ido desvaneciéndose con los años, habían dejado paso a centrarse en lo único posible y principal: vivir.

Y es que la existencia había sido para Klaus un viaje intenso donde ni un sólo segundo de la misma dejó de experimentar la sensación límpida y clara de estar respirando en el mundo. Ese era el único beneficio derivado de tan abominable decisión política consensuada por los miembros del Partido Vertical de Supervivencia.

La Ingeniería Genética Modificada era la más exacta de las ciencias. No se equivocaba nunca.

El único trámite a realizar por Klaus consistió en oprimir con su dedo pulgar sobre el espacio reservado para la firma digital. Al lado figuraba una fecha.